lunes, 17 de marzo de 2014

De Madrid al cielo.

Ya he dejado de preguntarme qué tiene esta ciudad para atraparte y no dejarte escapar, porque ninguno de los motivos que se me ocurren me parece suficiente. Ni siquiera su sol agonizante, incendiándose tras los edificios, ni ese último segundo antes de que se enciendan las luces. Ni siquiera su forma de acogerte cuando acabas de llegar, o de no querer soltarte la mano cuando te vas. Su manera de obligarte a volver. Ni todos los gatos callejeros con sus ojos grandes diciéndote que aquí nunca vas a estar solo, ni las calles llenas de gente en las que olvidarte de todo lo demás. No hay motivos suficientes para enamorarte a primera vista y convencerte de que el amor no va de personas diciéndose te quiero, sino de sentir que no serías capaz de alejarte para siempre de algo. No hay motivos suficientes para querer empezar a ser de aquí a estas alturas.


Tampoco hay motivos suficientes para autoconvencerme de que puedo resistirme a su atardecer, por lo que dejaré el discurso de lo que no es suficiente para aquellos que aun estén a tiempo de volver a casa antes de que empiece a caer el sol, porque cuando ya lo has visto solo quieres dejar que Madrid te lleve al cielo. 



No hay comentarios: